viernes, 28 de noviembre de 2014

Ignacio Agustí: "Mariona Rebull"

Se ha puesto mucho el acento en el carácter de crónica social, o de novela histórica, en todo caso en el documentalismo de esta novela. Yo creo que es igual de importante en ella el trazado de los personajes, en especial, por supuesto, de Mariona y Joaquín. Llueve mucho sobre mojado, es cierto, porque cuando acababa el siglo XIX eran ya todo un género las novelas de cuernos, en concreto de justificación de cuernos, o al menos de comprensión. Pero el cráter de la novela, el diálogo entre ambos cónyuges que culmina en ruptura, me parece una gran pieza psicológica. Lo más difícil en estos casos es penetrar en las razones de la mujer, porque el varón es siempre más primario; al menos creo que lo ha sido en este tipo de historias. A lo mejor está por llegar quien le haga justicia.

El caso es que Joaquín, creyendo arreglar las cosas, mete el remo hasta la empuñadura cuando le dice a Mariona: "no te voy a exigir que me quieras". Es justo lo que ella no quiere oír, lo que una mujer no quiere oír. Es tanto como admitir que para él su matrimonio es como una parte más de sus negocios, lo que ya había quedado bastante puesto de relieve a lo largo de la novela, a pesar de que Joaquín hubiera llegado a estar, en efecto, enamorado. Dentro de ese enamoramiento no entraba, en todo caso, el esfuerzo por comprender a su mujer. En todo caso, es un personaje, el de Joaquín, muy alejado del badanas de la película Un extraño en mi vida, que acabo de ver, también muy sutil en el análisis del eros femenino.

Jesús LCL

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martes, 18 de noviembre de 2014

Henry de Montherlant: "El caos y la noche"

Se le hace de noche a este anarquista español exiliado en Francia. Y el caos es el preludio de la noche definitiva. Él pretende seguir manteniendo sus convicciones pero le cuesta cada vez más poner coto a la sospecha de que sirven ya de muy poco. Una situación que no hace sino agravarse cuando viaja a España empujado por su pasión por los toros. Las evoluciones de hombres y bestias en el ruedo se mezclan con su propia agonía en un final de tipo simbólico con el que no contábamos y que, a decir verdad, no me convence demasiado. Pero, en conjunto, la obra no desentona de lo que ha sido la gran novela francesa del siglo pasado.Montherlant afirma en el prólogo ser consciente de que van a pensar en él mismo a propósito del protagonista, y no lo desmiente del todo. 

El caos es la crisis de las certezas: a Celestino le parece que el busto de Stalin se transforma en el de Franco. Todo da ya igual: vencedores, vencidos, fascismo, anarquismo, todo se precipita en la noche, en la nada, de la que ni siquiera le salva su hija, con la que convive. En suma, es una obra pesimista y nihilista, salvo que quieras interpretar que la breve experiencia religiosa de Celestino le sirvió de algo en el momento de la muerte. A este respecto, es interesante el apéndice en queMontherlant repasa su propia obra en los pasajes claves.

Jesús LCL

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viernes, 14 de noviembre de 2014

Álvar Núñez Cabeza de Vaca: "Naufragios"

Álvar Núñez Cabeza de Vaca escribió esta crónica sobre su expedición a América del Norte y, cuando ya era adelantado, otra titulada Comentarios, que muchas veces se edita conNaufragios y que se dedica al sur del continente. El relato es espeluznante, como todos los de los conquistadores, y te hace quitar el sombrero ante el valor de esta gente. Allí estaba él, con tres compañeros, desnudos como nacieron, como dice él mismo, de indios a indios, hasta topar con cristianos vestidos con los cuales pudieron regresar a Europa. No sé si el mismoCabeza de Vaca llegó a creerse esos relatos sobre curaciones milagrosas que nos cuenta aquí, o alguna que otra anécdota con aires de trola de cazador fantasioso. Juan Francisco Maura, en la introducción, dice que el relato es más literario que histórico, y que ambas cosas andaban fundidas casi siempre en los relatos del Nuevo Mundo, en general en los de los españoles de la época. Y me equipara a mi héroe con un pícaro. Pues tal vez. Pero desde luego eso no le quita valor a sus peripecias, que todavía no cuentan, que yo sepa, con una superproducción de Hollywood, a pesar de queCabeza es uno de los conquistadores españoles más conocidos por allá, como es lógico.

Añade interés al relato ese castellano del XVI, tan nítido, y la naturalidad de la narración, casi evangélica, y por cierto que otra de las ocurrencias del Maura es que Cabeza se presenta a sí mismo como un Cristo. Bueno, algo hay que hacer para hinchar el perro en la introducción.

Jesús LCL

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jueves, 6 de noviembre de 2014

Jesús Carrasco: "Intemperie"

Intemperie me ha recordado continuamente a Primera sangre, la novela de David Morrell protagonizada por un tal Rambo. Alto ahí: por supuesto que Intemperie es mucho más novela, más literatura. Pero, con todo lo que uno pueda decir contra la superficialidad de las producciones de Hollywood o de losthrillers de aventuras, saber aprovechar bien sus recursos es un mérito.

Jesús Carrasco ha depurado su relato hasta el límite, quitando, como Buonarroti, todo lo que sobra: nombres, lugares, épocas, y se ha quedado con lo esencial: el hombre en lucha por su dignidad. Y eso sí, ha aprovechado también hasta el límite los recursos de la lengua: sobrecoge la cantidad de vocabulario que acumula esta novela, referido sobre todo a

la naturaleza o al mundo rural. Hay quien ha hablado de Delibes, y al principio me parecía descabellado: nada que ver en tono, ni en argumento. Pero, si bien lo miras, este chico es, como algunos de los personajes deDelibes, un justo que expía los pecados de los demás y que parece saberlo en el fondo de su conciencia, (y de ahí la ausencia de queja).

Lo de Primera sangre venía a cuento de ese continuo sufrir, por parte del protagonista, una contrariedad tras otra, a cuál más molesta o dolorosa, que lejos de hundirle parecen hacerle cobrar bravura, como a los toros de lidia. Uno termina la lectura reventado y disfruta, además, con toques de spaghetti-western, como el del viejo con la escopeta: "Al suelo, muchacho", y ¡pum!, el malo patas arriba.

Este chico es, desde luego, más hombre que la mayor parte de los héroes de la novela contemporánea. Alguien que sabe por qué cosas hay que luchar hasta el fin y qué otras hay que sufrir sin histerismos.

Jesús LCL

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