jueves, 18 de diciembre de 2014

Manuel Alonso Alcalde: "Mirando al otro allí"

O conozco poco al papa Francisco, o este poemario le encantaría. Creo que nunca habría oído hablar de Manuel Alonso Alcalde (vallisoletano, 1919-1990) de no ser por Luis Julio, lector infatigable, quien lo conoció a su vez a través de José María de Campos Setién (santanderino, 1924) autor de un estudio sobre su obra. Este número 455 de la colección Adonais es una pequeña joya de la poesía religiosa, y su protagonista es Cristo o el hombre, creo que podría decirse así, en plan aleixandrino, porque el tema central es la identificación de ambos, o más bien el encuentro con Cristo a través de la miseria humana: ese maravilloso intercambio mediante el cual Él nos confiere una esperanza en medio de la desolación, justamente por el procedimiento de haber asumido Él mismo la desolación.

Te condené al silencio, desde luego / pero ahora te proclamo a voz en grito. / Ah, pero no a mis solas: a grito entre los hombres, con los hombres, / junto a esas pobres sombras que transitan, / pasan, se alejan, gimen, / sufren, hambrean, lloran, / se llagan de injusticia y, por último, mueren, / sin haber entendido los por qués [sic] ni los cómos.

Hay una queja al cielo, como en Hijos de la ira o como en Ancia, pero la esperanza es más cierta, porque Cristo no abandona al que sufre, aunque parezca callar:

Empeñó su palabra, ergo / no puede fallarme; así de fácil.

Y

...esa pelada sonrisa que en la sombra se enciende / pronuncia, sin saberlo, tu nombre cada noche, / lo musita, ignorándolo. / Y tu dormido campo se bebe sus susurros como un agua tranquila, / y sus palabras interiores te hacen sonreír cada noche / y tender hacia ellas cada noche tu mano.

Mencioné a Francisco porque el libro parece sumamente actual:

Porque así estaba escrito y Cristo murió joven, / hoy llora en algún sitio una viuda reciente / y es incluso posible que en este mismo instante / a alguien le haya llegado una orden de desahucio.

Y hay palabras contra los que hablan de Cristo sin serlo:

Que, aunque otra cosa digan, ellos no te conocen, / ni te han mirado nunca, ni han dormido a tu lado, / ni saben cómo hueles, de qué forma masticas, / de qué manera bebes el vino por los bancos.

Y también, cierta pérdida de respeto a la iconografía: a él le habían enseñado un paraíso

...bóveda de cristal y teología, / bajo una luz helada, neta, cruda, / de quirófano. Así lo fui soñando. / Y es que entonces --¡qué niño!-- no caía / en que, al decir amaos, ya no hay duda: / el paraíso empieza aquí. Y amando.

En fin, si consigo el libro (el que tengo es prestado) ya insertaré aquí algunos poemas completos.

Jesús LCL

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viernes, 28 de noviembre de 2014

Ignacio Agustí: "Mariona Rebull"

Se ha puesto mucho el acento en el carácter de crónica social, o de novela histórica, en todo caso en el documentalismo de esta novela. Yo creo que es igual de importante en ella el trazado de los personajes, en especial, por supuesto, de Mariona y Joaquín. Llueve mucho sobre mojado, es cierto, porque cuando acababa el siglo XIX eran ya todo un género las novelas de cuernos, en concreto de justificación de cuernos, o al menos de comprensión. Pero el cráter de la novela, el diálogo entre ambos cónyuges que culmina en ruptura, me parece una gran pieza psicológica. Lo más difícil en estos casos es penetrar en las razones de la mujer, porque el varón es siempre más primario; al menos creo que lo ha sido en este tipo de historias. A lo mejor está por llegar quien le haga justicia.

El caso es que Joaquín, creyendo arreglar las cosas, mete el remo hasta la empuñadura cuando le dice a Mariona: "no te voy a exigir que me quieras". Es justo lo que ella no quiere oír, lo que una mujer no quiere oír. Es tanto como admitir que para él su matrimonio es como una parte más de sus negocios, lo que ya había quedado bastante puesto de relieve a lo largo de la novela, a pesar de que Joaquín hubiera llegado a estar, en efecto, enamorado. Dentro de ese enamoramiento no entraba, en todo caso, el esfuerzo por comprender a su mujer. En todo caso, es un personaje, el de Joaquín, muy alejado del badanas de la película Un extraño en mi vida, que acabo de ver, también muy sutil en el análisis del eros femenino.

Jesús LCL

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martes, 18 de noviembre de 2014

Henry de Montherlant: "El caos y la noche"

Se le hace de noche a este anarquista español exiliado en Francia. Y el caos es el preludio de la noche definitiva. Él pretende seguir manteniendo sus convicciones pero le cuesta cada vez más poner coto a la sospecha de que sirven ya de muy poco. Una situación que no hace sino agravarse cuando viaja a España empujado por su pasión por los toros. Las evoluciones de hombres y bestias en el ruedo se mezclan con su propia agonía en un final de tipo simbólico con el que no contábamos y que, a decir verdad, no me convence demasiado. Pero, en conjunto, la obra no desentona de lo que ha sido la gran novela francesa del siglo pasado.Montherlant afirma en el prólogo ser consciente de que van a pensar en él mismo a propósito del protagonista, y no lo desmiente del todo. 

El caos es la crisis de las certezas: a Celestino le parece que el busto de Stalin se transforma en el de Franco. Todo da ya igual: vencedores, vencidos, fascismo, anarquismo, todo se precipita en la noche, en la nada, de la que ni siquiera le salva su hija, con la que convive. En suma, es una obra pesimista y nihilista, salvo que quieras interpretar que la breve experiencia religiosa de Celestino le sirvió de algo en el momento de la muerte. A este respecto, es interesante el apéndice en queMontherlant repasa su propia obra en los pasajes claves.

Jesús LCL

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viernes, 14 de noviembre de 2014

Álvar Núñez Cabeza de Vaca: "Naufragios"

Álvar Núñez Cabeza de Vaca escribió esta crónica sobre su expedición a América del Norte y, cuando ya era adelantado, otra titulada Comentarios, que muchas veces se edita conNaufragios y que se dedica al sur del continente. El relato es espeluznante, como todos los de los conquistadores, y te hace quitar el sombrero ante el valor de esta gente. Allí estaba él, con tres compañeros, desnudos como nacieron, como dice él mismo, de indios a indios, hasta topar con cristianos vestidos con los cuales pudieron regresar a Europa. No sé si el mismoCabeza de Vaca llegó a creerse esos relatos sobre curaciones milagrosas que nos cuenta aquí, o alguna que otra anécdota con aires de trola de cazador fantasioso. Juan Francisco Maura, en la introducción, dice que el relato es más literario que histórico, y que ambas cosas andaban fundidas casi siempre en los relatos del Nuevo Mundo, en general en los de los españoles de la época. Y me equipara a mi héroe con un pícaro. Pues tal vez. Pero desde luego eso no le quita valor a sus peripecias, que todavía no cuentan, que yo sepa, con una superproducción de Hollywood, a pesar de queCabeza es uno de los conquistadores españoles más conocidos por allá, como es lógico.

Añade interés al relato ese castellano del XVI, tan nítido, y la naturalidad de la narración, casi evangélica, y por cierto que otra de las ocurrencias del Maura es que Cabeza se presenta a sí mismo como un Cristo. Bueno, algo hay que hacer para hinchar el perro en la introducción.

Jesús LCL

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jueves, 6 de noviembre de 2014

Jesús Carrasco: "Intemperie"

Intemperie me ha recordado continuamente a Primera sangre, la novela de David Morrell protagonizada por un tal Rambo. Alto ahí: por supuesto que Intemperie es mucho más novela, más literatura. Pero, con todo lo que uno pueda decir contra la superficialidad de las producciones de Hollywood o de losthrillers de aventuras, saber aprovechar bien sus recursos es un mérito.

Jesús Carrasco ha depurado su relato hasta el límite, quitando, como Buonarroti, todo lo que sobra: nombres, lugares, épocas, y se ha quedado con lo esencial: el hombre en lucha por su dignidad. Y eso sí, ha aprovechado también hasta el límite los recursos de la lengua: sobrecoge la cantidad de vocabulario que acumula esta novela, referido sobre todo a

la naturaleza o al mundo rural. Hay quien ha hablado de Delibes, y al principio me parecía descabellado: nada que ver en tono, ni en argumento. Pero, si bien lo miras, este chico es, como algunos de los personajes deDelibes, un justo que expía los pecados de los demás y que parece saberlo en el fondo de su conciencia, (y de ahí la ausencia de queja).

Lo de Primera sangre venía a cuento de ese continuo sufrir, por parte del protagonista, una contrariedad tras otra, a cuál más molesta o dolorosa, que lejos de hundirle parecen hacerle cobrar bravura, como a los toros de lidia. Uno termina la lectura reventado y disfruta, además, con toques de spaghetti-western, como el del viejo con la escopeta: "Al suelo, muchacho", y ¡pum!, el malo patas arriba.

Este chico es, desde luego, más hombre que la mayor parte de los héroes de la novela contemporánea. Alguien que sabe por qué cosas hay que luchar hasta el fin y qué otras hay que sufrir sin histerismos.

Jesús LCL

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miércoles, 30 de abril de 2014

José María Eça de Queiroz: "El primo Basilio"


Eça de Queirós, 1878


Nos encontramos, aparentemente, ante la típica novela de tesis sobre el adulterio femenino del siglo XIX. Digo aparentemente porque aunque la trama, en la primera parte de la novela se focaliza en los protagonistas; Luisa, una casada ociosa de la Lisboa próspera de mediados de siglo y su primo, el del título, que vuelve de Brasil, rico y con tufillo de aventurero noctámbulo y vividor, es en la segunda parte donde se revela el personaje que mejor la define, Juliana.

Para Luisa, entregada lectora de novelas románticas, Basilio, además tiene el brillo añadido de que conoce París, la capital del amor. Entre la oportuna ausencia de Jorge, el marido, y la pronta disposición de su hasta entonces felizmente casada esposa, a vivir su propia novela con el zafio de Basilio de Brito, ya tenemos el adulterio servido.

A José María Eça de Queirós o Queiroz, como también podemos verlo escrito (Povoa de Varsin, 1845 – París, 1900), algunos le criticaron que en esta novela toda la trama estaba al servicio de la lección moral sobre el adulterio femenino; demasiadas coincidencias para conseguir su propósito, como el viaje de varios meses de su marido, la oportuna muerte repentina de la protagonista, etc.

Lo que pocos pudieron criticar, sin embargo, es que la auténtica protagonista de la novela no es Luisa, ni desde luego tampoco Basilio. A partir de la segunda parte, será Juliana, la criada, la que deseosa de una vida más cómoda, en la que ansía emular a su patrona, dirija las riendas de la acción. Gracias a un afortunado accidente, comprueba la veracidad de sus sospechas, y consigue a través del chantaje más brutal, hacer que las tornas cambien poco a poco, y convertir a la dama en criada, y ella misma pasar de criada a señora que holgazanea mientras su antigua señora le plancha la ropa.

Como en toda su obra, es en las descripciones, la ironía y en los personajes secundarios donde reside la genialidad de Eça. Decía Zola que su maestro no era Flaubert, sino Eça de Queirós y no debía estar bromeando; hay una inagotable riqueza de tipos humanos en esta novela lisboeta. Tenemos a Ernestinho, prototipo de escritor con ínfulas, un personaje que se repite en casi todas sus obras; también las falsas beatas con una sensualidad a flor de piel como Doña Felicidade, adicta a la calva del Consejero y también al mismo Consejero Acácio, cuya forma de hablar hizo fortuna en el idioma portugués.

En resumen, una novela no redonda, pero sí llena de aciertos del gran patriarca de las letras del XIX portugués que nadie podrá dejar sin terminar de leer una vez traspase las puertas de esa mansión de la Lisboa mundana.



 Mariví Molinero (Economía)

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viernes, 28 de marzo de 2014

Mark Twain: "Las aventuras de Huckleberry Finn"

El único aliciente para abandonar tus "trapos viejos" y tu "barril de caña" y regresar a una vida "aburrida, normal y decente" es que te prometan formar parte de una banda de ladrones si lo haces. Eso es Mark Twain, y eso es saber vender una verdad como un templo, a saber, que vivir siendo sencillamente decente puede estar lejos de lo que el otro llamaba la vida lograda. Como dice Huckleberry Finn al principio de su historia, "hubo cosas que el señor Mark Twain exageró, pero la mayor parte de lo que dijo es verdad".

Twain tiene también el don de presentar lo trágico bajo una cara cómica, y hablo del padre de Huck, por ejemplo. Creo que Elvira Lindo ha leído a este hombre pero no ha pillado su gravedad de fondo, o no le interesa, claro. Pero sobre la cara trágica de la vida se impone la amistad: esta es una de las grandes novelas de la amistad, que, como en el Quijote, se va afianzando a lo largo del viaje. El mundo rural sureño sirve de marco a ese aprendizaje mutuo que realizan Huck y Jim a través de su diálogo y de las azarosas situaciones por las que atraviesan en su huida, y lo facilita, podríamos decir. No sé hasta qué punto esta obra influyó en una conciencia abolicionista, pero su modo de situar la humanidad por encima de consideraciones legales y de prejuicios de todo tipo pudo ser más eficaz que todos los esfuerzos de Mr. Lincoln y de John Brown.

Jesús LCL

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jueves, 20 de febrero de 2014

Emilio Prados: "Cantar del dormido en la hierba"

Me asomo a esta ventana de belleza e historias para rendir homenaje a una de esas obras vibrantes, cargadas de sentido y sentimiento y que las circunstancias ha dejado en el olvido, sin tan siquiera ocupar el puesto que se merecía. Hoy no pretendo acercarme a ella como un comentarista literario, sino como un lector enamorado de la intensidad de matices que nos regala, de la fuerza vital que nos inspira, de la emoción intensa que nos lleva a revisar nuestro modo de ver el mundo y vivir en él.

Como no podía ser de otro modo, es un poema, texto que faltaba en este rincón de lectura, que pertenece a la obra Jardín cerrado de Emilio Prados, en concreto, al libro segundo, de los cuatro que componen esta obra. Su título “Cantar del dormido en la hierba” nos evoca un protagonista relajado y abandonado a sus pensamientos en el “jardín cerrado”.  La fuerza que me inspira este poema radica, sin duda, en la belleza con la que nos traslada al interior de nosotros mismos como un “jardín cerrado” donde habita la muerte, dueña y señora de nosotros, ciudadana de nuestro cuerpo. Esa intensa presencia de la muerte, solo burlada por el amor, me llena de vida, de ilusión, de emoción, porque no hay como haber perdido, como estar a punto de perder algo, en este caso, la vida, para apreciar y amar los detalles de cada instante, el valor de cada momento, la intensidad de cada aliento y el poder del amor a todo lo que nos rodea para envolver de felicidad nuestra vida. Y, así es, un poema de muerte, de dolor, de sueño en un jardín cerrado, me lleva a la vida, esa es la magia de la poesía que quería compartir con vosotros hoy. Espero que esto os anime a leer a este autor.


“Cantar del dormido en la hierba”

La muerte está conmigo;
mas la muerte es jardín
cerrado, espacio, coto,
silencio amurallado
por la piel de mi cuerpo,
donde, inmóvil –almendra
viva, virgen-, mi luz
contempla y da la imagen
redimida del fuego.

Si he de morir, ya es muerte:
la estrella, la avenida,
el silencio, la noche,
el agua y el amor.

Lo dice así, la fuente
y el suspiro.
También
mi sangre cuando besa.

Si he de morir: mis labios,
vencidos de misterio,
ya nada buscan: cantan,
pues no ha de ser mi olvido
la tierra ni el silencio…

Y el jazmín, no pregunta
desmayado en la sombra:
-¿A dónde irá el lucero
que mi nieve ha perdido?...

Si ha de morir: su aroma
es muerte; su flor muerte,
como la tierra húmeda
del cerrado jardín
de mi alma, es carne
de la muerte, también:
¡Luz! ¡Fúlgida memoria!
¡eje de un universo
nuevo, que va a nacer
sin niebla, al fin, de olvidos!

lo dice así la fuente
y el suspiro.
También mi sangre cuando besa.

Jardín cerrado, Emilio Prados

Francisca Leiva, LCL





miércoles, 5 de febrero de 2014

Antonio Muñoz Molina: "Todo lo que era sólido"

         Desde que leí este libro* la primavera pasada lo he recomendado y regalado en varias ocasiones. Me parece un análisis razonado, sin partidismos políticos, de la realidad española, que se remonta en el tiempo, con vivencias personales y datos concretos para ayudarnos a comprender mejor la crisis económica, social y política que nos ha tocado vivir.

         Creo que puede ser una buena lectura para alumnos de 4º de la ESO y de Bachillerato porque ya tienen conocimientos históricos que les permitan percibir más matices de los diferentes aspectos que el autor relata.

         Es uno de esos libros que nos enriquecen y que difícilmente se olvidan porque nos invitan a reflexionar al margen de que estemos o no de acuerdo con él.


María José  de Geografía e Historia


*
Antonio Muñoz Molina, Todo lo que era sólido.
Barcelona, Editorial Seix Barral, 2013


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viernes, 24 de enero de 2014

Raymond Chandler: "La dama del lago"

Hay elementos en las novelas de Chandler que se han convertido en tópicos. Personajes, situaciones, es fácil imitarlos e incluso parodiarlos (recuerdo al pato Lucas ataviado con sombrero y gabardina, mirada grave y manos en los bolsillos, a las puertas de una mansión señorial donde será recibido por la mujer fatal de guardia, narrando él mismo en off). Pero el toque de genio no se reproduce así como así. Está en todo: diálogos, descripciones, comentarios al margen, presentación de personajes, dosificación del sarcasmo.

Y hablando de sarcasmo, la dama del lago no es aquí una pálida aparición rubia con una espada en la mano, sino el repulsivo cadáver de una mujer de dudosa identidad, por más que la identifique un borrachín de fiabilidad más dudosa aún. La trama avanza, como siempre, a golpe de intuiciones del protagonista y de fisuras en el comportamiento de los malos. Y como siempre, al final, Marlowe acaba destapando los sepulcros blanqueados para que quede al descubierto la podre y nadie se llame al autoengaño. Ese parece ser el sentido de su vida, no por modesto y sucio menos necesario.

Al hablar de La dama del lago es inevitable recordar su adaptación cinematográfica, esa de la cámara subjetiva, donde vemos por los ojos del protagonista. Robert Montgomery hace un buen Marlowe, a pesar de su apariencia campechana. Me convencen menos las mujeres, en las que no hay visos de esos cabellos que "brillaban con un lustre perverso", por ejemplo.

Jesús LCL

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martes, 14 de enero de 2014

John Steinbeck: Las uvas de la ira


Cuando tratas de justificar por qué hay que leer a los clásicos siempre se me ocurren tres razones: nos enseñan, nos entretienen y nos emocionan desde el pasado. Esto es lo que ocurre con Las uvas de la ira. Esta novela de Steinbeck plantea las vicisitudes de la familia Joad con Tom Joad a la cabeza quien tras salir de prisión con la condicional emprende un viaje por la famosa ruta 66 con su familia. Esta ha sido desahuciada  a consecuencia de lo que se llamó “Dust Bowl”, una sequía pertinaz que en los años 30 arrastró a millones de americanos a otra conquista del oeste, esta vez materializada en una nueva tierra prometida: California. En este camino  encuentran hambre, salarios de miseria,  marginación pero también solidaridad y dignidad entre los más pobres.

Como complemento a esta estupenda novela os recomiendo ver la película de John Ford de igual título y ganadora de dos óscar: al director y a la actriz secundaria Jane Darwell en el papel de la madre. Se le puede poner una pega a la película y es la traición final ya que cambió el final más dramático e impactante del libro por uno un poco más edulcorado en la película.

Animaos con esta novela y veréis cuantas situaciones os resultan similares con nuestra realidad actual.                  

MJ Saga